Corregidor Bandits - Infinity: Nomads Pack
Blister con
- 1x Bandit (Boarding Shotgun)
- 1x Bandit Hacker (Assault Hacking Device)
- Este producto no es un juguete. No está pensado para ser usado por personas de 14 años o menos.
- Las miniaturas incluidas en nuestros productos se proveen sin pintar. También puede requerir ensamblado. Los componentes reales pueden variar de los mostrados.
Trasfondo
“Soy Mbeli, escoria. Y se necesita algo más que un arma automática para acabar conmigo. Soy Mbeli, el espíritu guardián. En la tormenta y en la noche… protejo a los míos.”
Grabación del sistema de seguridad de una factoría orbital propiedad de Construktur Corp. Operativo [Censurado], probable Bandido de Corregidor, frustrando un intento de violación de una trabajadora Nómada. Acción independiente no autorizada.
En la cultura tribal del África negra existe la figura mítica del espíritu guardián de la tribu, un ser espectral invisible que defiende a la comunidad de males grandes y pequeños. Este espíritu actúa siempre a través de alguno de los jóvenes de la tribu que se ve poseído como herramienta para proteger a los más débiles. Así, gracias a esta posesión secreta, estos jóvenes se convierten en héroes anónimos. Pero estos espíritus son volátiles y caprichosos, y si el propio joven poseído o cualquier testigo de esta posesión revela tal suceso, el espíritu abandonará enfurecido a la tribu, dejándola indefensa. Así que el secreto es obligatorio, siendo el chamán de la tribu el único que conoce la identidad de la herramienta física del espíritu. Eso dice la tradición oral, pero en la realidad, más allá del misticismo y la superstición, el chamán escogía a un joven al que entrenaba en secreto, proveyéndole de talismanes supuestamente mágicos para defender a la tribu. El uso de ciertas de hierbas estupefacientes haría que el joven realmente se creyera poseído por un espíritu poderoso, sintiéndose invencible. Isba, Mbeli, Barakuta… el nombre de estos espíritus varía según la geografía física y cultural, aunque todos tienen el mismo propósito protector, y numerosas tribus africanas llevan generaciones creyendo en ellos.
Pero, si hubo un momento en el que estos espíritus guardianes fueron absolutamente necesarios, fue tras los traslados masivos de desplazados y refugiados al módulo Lazareto de Corregidor. Las pésimas condiciones de hacinamiento, precariedad y miseria no sólo causaron tristeza y muertes, sino también la aparición del pandillerismo de las maras y del mercado negro, con unos precios prohibitivos para la mayoría. Así que los chamanes tuvieron que hacer que estos espíritus se adaptaran a la nueva situación, convirtiéndose en expertos ladrones que robaban aquello que su gente necesitaba. Pero también en buenos luchadores, para mantener a los pandilleros de las maras alejados de los miembros más débiles de la tribu. De este modo, el espíritu guardián se convirtió en un ladrón que aterrorizaba a los pandilleros, un justiciero anónimo al que no le importaba matar y que siempre llevaba el rostro cubierto. Un vigilante que seguía un código de honor personal a rajatabla: “Hasta la vida por los indefensos”. Muchos jóvenes murieron cumpliendo con esta labor, pero los chamanes siempre encontraban alguien nuevo para sustituirlos, y así el espíritu guardián continuaba con su labor. Tras la estabilización de Corregidor y la mejora de las condiciones de los diversos módulos de Lazareto, los problemas de los habitantes de Lazareto se trasladaron al exterior, allí donde los llevaban sus contratos como operarios de 0-G. Y con ellos se iba el espíritu guardián, robando el equipamiento que les negaban sus jefes, o apalizando a quienes se propasaban con ellos.
Por supuesto, toda esta actividad criminal y violenta no pasó desapercibida para los analistas de Mano Negra que, antes que coartarla prefirieron aprovecharse de ella. El propio General Mexicano ofreció en secreto un trato a los chamanes de las diversas agrupaciones tribales de Lazareto. Mano Negra les proporcionaría un entrenamiento intensivo a estos jóvenes, y ellos se convertirían en operativos clandestinos independientes, totalmente negables por la Fuerza Militar Nómada. Para proteger su identidad se evitó un nombre clave de referencia tribal, tomando un apelativo que se centraba en aquella actividad en la que sobresalían, pero que también es el viejo término de las fuerzas aéreas para referirse a un enemigo hostil. Porque el espíritu guardián sólo es bueno para con los suyos, para todos los demás es una mala noticia: un auténtico bandido y un asesino tan implacable como despiadado.